Una buena conversación con: ¡Kai!
Escuchamos con frecuencia que muchxs personas trans han tenido que afrontar su proceso solxs durante mucho tiempo, y que encuentran mucho apoyo en quienes viven experiencias similares. Queremos cambiar eso compartiendo historias reales a través de nuestro blog. En la sección ‘Una buena conversación con’, damos espacio a estas voces. Hoy publicamos nuestro primer blog: ‘¡Una buena conversación con Kai!’ ¡Te deseamos una buena lectura y esperamos que sus experiencias te resulten útiles o inspiradoras!
¿Puedes contarnos algo sobre ti y tu historia?
¡Hola hola! Me llamo Kai Hagenaar, tengo 22 años y soy de la hermosa ciudad de Utrecht. Soy un chico al que le encanta vivir aventuras y crear recuerdos bonitos. Me dedico a hacer videos en TikTok, ¡y eso me da muchísima alegría! En mi tiempo libre me gusta ir a festivales, aunque en realidad intento convertir cada día en una celebración. ;)
¿Cuándo te diste cuenta por primera vez de que eras una persona trans?
Ahora me presento como chico, pero no nací así. Nací como niña, pero nunca me sentí realmente una. Hasta los 16 años no entendía bien qué me pasaba. Me sentía como un extraño en mi propio cuerpo. Pero no conocía el término “transgénero”. Durante mucho tiempo pensé que había algo mal en mí.
A los 16 años conocí a un chico trans. Empezamos a hablar sobre cómo mi cuerpo no se sentía como mío. Gracias a él, me di cuenta de que no estaba loco, que lo que sentía tenía un nombre y un sentido. Después de varias conversaciones con él, decidí acudir al médico de cabecera, quien me ayudó a ingresar en la lista de espera del VUmc (un hospital en Ámsterdam especializado en atención médica y psicológica para personas transgénero).
¿Cómo fue tu experiencia al salir del armario?
Después de inscribirme en el médico de cabecera, quise también salir del armario con mi entorno. Primero se lo conté a dos amigos en quienes confiaba, porque quería saber cómo se sentía que me llamaran Kai y que usaran los pronombres él/lo, antes de hablar con mi familia. Desde el momento en que me hablaron como “él”, supe casi con total certeza: este soy yo.
¿Cómo reaccionaron tu familia y amistades cuando se lo contaste?
Llegó el momento de compartirlo con mi familia, y fue algo que me puso muy nervioso. Escribí en papel cómo quería decírselo. Se acercaba la Pascua, y pensé que ese sería un buen momento, ya que casi toda la familia estaría reunida. Antes de comenzar el brunch de Pascua, les dije que quería compartir algo importante y les pedí que me escucharan un momento. Leí la carta que había preparado, y en ese momento, las reacciones fueron muy positivas. Lamentablemente, eso no duró. Soy gemelo, y mi hermana gemela lo encontró muy difícil. En realidad, no me aceptó hasta que ya llevaba varios meses en tratamiento hormonal. Mi padre no quiso saber nada del tema. Para él, yo era (y sigo siendo) su hija, y hasta el día de hoy se niega a verlo de otra manera. Tomé la decisión de romper el contacto con él. No tiene por qué aceptarme, pero sí puede respetarme. Cuando quedó claro que no quería hacer ninguna de las dos cosas —seguía llamándome por mi antiguo nombre y usando los pronombres femeninos— decidí cortar completamente el contacto después de tres años. Ahora llevo 1,5 años en tratamiento hormonal y hace unos seis meses tuve mi cirugía. Hoy en día noto que, dentro de mi familia, prácticamente todos me aceptan.
¿Qué desafíos encontraste durante tu transición?
Los desafíos más grandes que enfrenté durante mi transición probablemente sean cosas “cotidianas” para la mayoría, pero para mí eran verdaderos obstáculos. Cosas a las que la mayoría no le da importancia, pero que para mí eran una lucha diaria. Levantarse por la mañana y meterse a la ducha, antes de mi operación, era una tarea enorme. Me costaba mucho ver mi propio cuerpo. Hacer la compra, por ejemplo, no era simplemente “ir al supermercado”. Siempre me preguntaba si me veía lo suficientemente masculino. Muchas veces me enfrenté a situaciones incómodas: personas se me acercaban y preguntaban “¿Eres un chico o una chica?” Y no lo hacían con amabilidad. Muchas veces fue intimidante. Si no respondía y simplemente seguía caminando, me gritaban cosas como “marimacho”, “maricón”, “eso”…Esos son solo dos ejemplos de los muchos retos que viví durante mi transición. Pero creo que el mayor desafío no fue algo negativo, sino algo profundo: aprender a vivir, y no solo a sobrevivir.
¿Quién ha sido tu mayor apoyo durante este proceso?
Durante mi transición perdí a algunas personas, pero también gané otras que me han apoyado sin condiciones. Las personas más importantes para mí han sido Elies, mi exnovia (antes de que termináramos), y mi “brother from another mother”, Semme. A Elies la conozco desde que tenía 12 años, y jamás me ha juzgado. Siempre pude ser yo mismo con ella, y eso sigue siendo así. Mi exnovia fue un gran apoyo en todo el aspecto psicológico: siempre estuvo ahí cuando me sentía extraño o abrumado por emociones que no entendía. Ella me dio la confianza de que podía hacer mi transición a mi manera, sin reglas, sin correcto o incorrecto. Y luego está mi hermano, Semme. Me acompañó a una cantidad enorme de citas. Yo no sentía ninguna conexión con mi psicólogo del VU, lo cual me resultaba muy difícil. El hospital tampoco quiso asignarme a otro psicólogo. Pero Semme me motivaba una y otra vez a seguir yendo. Gracias a él, no me rendí.
¿Puedes compartir tu experiencia con la terapia hormonal?
Antes de comenzar con las hormonas masculinas, me preguntaron si tenía el deseo de tener hijxs, y la verdad es que no lo sabía con certeza. Por eso decidí primero iniciar un tratamiento de fertilidad (FIV) antes de comenzar con la testosterona, ya que esta puede provocar infertilidad. Después de pasar por ese proceso tan intenso, me autorizaron a comenzar con las hormonas masculinas. Empecé con Androgel, que es una forma de testosterona en gel que se aplica todos los días sobre la piel. Noté que me ponía muy inquieto con Androgel, también porque me costaba aplicarlo todos los días a la misma hora. Después de casi un año, cambié a Nebido, que es testosterona en forma de inyección. Funciona como la inyección anticonceptiva: me la aplican cada tres meses en el glúteo y va liberando testosterona en mi cuerpo. Desde que empecé con Nebido me siento mucho más estable. Ha sido un cambio enorme, para bien.
¿Cómo fue tu experiencia con las operaciones, si las hubo?
Un año después de comenzar con las hormonas, me hice la mastectomía (extirpación del pecho), y fue la mejor decisión de mi vida. Fue como si por fin pudiera respirar. Ya no tenía que esconderme. Durante años caminé encorvado para tapar la parte delantera de mi cuerpo (el pecho). Por fin pude usar la ropa que quería sin preocuparme de si cubría lo suficiente. Esta operación me ayudó muchísimo a sentirme más cerca de quien soy. Las hormonas también me ayudaron enormemente, no solo a nivel mental, sino también físicamente: mi cuerpo ha cambiado mucho.
¿Cómo te sientes con respecto a los cambios en tu cuerpo y tu apariencia?
Estoy muy feliz con los cambios, o al menos con la mayoría. Lo único que me resulta un poco complicado es la cantidad de vello corporal que ha aparecido en ciertas zonas, jajaja. Pero gracias a cambios como la voz, la forma de mi cara y el vello facial, por fin me siento capaz de salir a la calle y hacer la compra sin que me griten o me pregunten cosas personas que no conozco.
¿Qué papel ha jugado la comunidad LGBTQIA+ en tu vida?
En realidad, antes de mi transición, la comunidad LGBTI+ no jugaba un papel muy grande en mi vida. La conocía y la apoyaba, pero no formaba parte activa de ella. Sin embargo, desde que comencé mi transición, sí ha tomado un rol mucho más importante. Empecé a hacer videos en TikTok para ayudar a la comunidad LGBTIQ+, especialmente a las personas trans, porque durante mi proceso yo también buscaba ese tipo de referentes. Pero en ese momento, ese ejemplo no existía. Espero poder ser ahora ese referente para otras personas dentro de la comunidad.
¿Hay recursos u organizaciones que hayan sido especialmente útiles para ti?
Los binders de TransUndeez me ayudaron muchísimo al principio, hasta que me operé. Si no los hubiera tenido, creo que me habría quitado una gran parte de mi libertad. Simplemente no me atrevía a salir de casa por miedo a que se notara la parte frontal de mi cuerpo.
¿Cuáles son tus sueños y metas para el futuro?
Mi sueño es tener un lugar estable, un sitio que realmente pueda llamar hogar, y desde ahí poder ayudar a otras personas. Sobre todo a jóvenes trans dentro del sistema de protección infantil. ¡Ese sería mi sueño! Ya sea a través de videos o como alguien que pueda ser un punto de apoyo para otras personas.
¿Qué consejo le darías a otros chicos trans o personas trans jóvenes que están comenzando?
Mi consejo más importante sería: escucha tu voz interior y embárcate en un viaje de autodescubrimiento. No hay un camino correcto o incorrecto. Descubre quién eres: córtate el pelo, píntate las uñas, ponte ese vestido o esa sudadera chula. No importa, ¡explórate! Y no seas demasiado duro contigo mismo. Sigue tu corazón.
¿Cómo pueden les aliades apoyar mejor a las personas trans?
Dejándonos ser tal como somos, respetándonos y apoyándonos unos a otros en ese viaje de descubrimiento personal, sea cual sea.
¿Hay algo más que te gustaría compartir sobre tu camino?
Mi proceso ha sido una montaña rusa, sobre todo por el tema de la FIV (fertilización in vitro), que fue bastante duro para mí. Lo que quiero compartir es que, si estás pensando en hacer un tratamiento de FIV, piénsalo bien y asegúrate de tener una red de apoyo a tu alrededor.
Pero creo que lo más importante que quiero decir es: disfruta el proceso de descubrir quién eres, y recuerda que no hay una manera correcta o incorrecta de hacer tu transición.
¿Dónde puede la gente seguir tu historia o encontrar más información sobre temas trans?
En mi TikTok comparto videos sobre mi transición. Me puedes seguir en @kaihagenaar
Julio 2024